En enero de 2023, John Gregorio Trejo asumió la alcaldía provincial de Antonio Raimondi con el discurso de la renovación y la promesa de una gestión transparente. Hoy, en su tercer año de gobierno, la transparencia parece un concepto ausente en la práctica municipal.
La Ley N.º 31433, que incorpora el artículo 119-A a la Ley Orgánica de Municipalidades (N.º 27972), establece que los gobiernos locales deben realizar dos audiencias públicas de rendición de cuentas al año —una en mayo y otra en septiembre— para informar sobre el presupuesto, los logros, las dificultades y la proyección del ejercicio fiscal.
Eso significa que, a la fecha, Antonio Raimondi debió realizar al menos seis audiencias públicas. Sin embargo, lo que se observa es un cumplimiento meramente formal: convocatorias mínimas, sin difusión ni transmisión pública.
La Segunda Audiencia Pública de Rendición de Cuentas 2025, por ejemplo, fue anunciada el 26 de septiembre a las 3:02 p. m., apenas un día antes del evento. Una convocatoria tan tardía anula toda posibilidad de participación ciudadana real. ¿Cómo hablar de apertura cuando el aviso llega cuando ya nadie puede organizarse para asistir?
En tres años de gestión, la municipalidad ha limitado su comunicación institucional a flyers y publicaciones breves. No hay transmisiones en vivo, grabaciones de audiencias ni reportes detallados sobre la ejecución presupuestal. En un contexto donde la transparencia debería ser el pilar del gobierno local, el silencio institucional solo genera más sospechas que confianza.
La gestión de John Trejo ha convertido la rendición de cuentas en un trámite. Cumple con publicar, pero no con informar; convoca, pero no explica. La ciudadanía de Antonio Raimondi, cada vez más escéptica, reclama lo que le pertenece: información clara, veraz y accesible sobre cómo se administra su dinero.
A un año de culminar su mandato, el alcalde de Antonio Raimondi tiene una última oportunidad para corregir el rumbo. La transparencia no se finge con un flyer ni se improvisa un día antes: se construye con hechos, diálogo y respeto al ciudadano.
Porque en política, cuando el silencio se vuelve costumbre, la desconfianza se vuelve institucional.
