En el corazón de la provincia de Huari, la comunidad campesina de Tactabamba, en el distrito de Rapayán, ha dicho basta.
Lo hizo con un pronunciamiento que revela más que una simple disputa por un campo deportivo: muestra el desgaste de una gestión municipal que parece haber confundido el poder con la imposición.
El origen del conflicto
Todo comenzó con una invitación. Las autoridades de Tactabamba, preocupadas por el mal estado del campo comunal de fútbol —sede prevista para el fútbol femenino de la Copa Juan Huarín 2025, evento provincial que este año recae en Rapayán—, citaron al alcalde Jaiel Rivera Alarcón y a sus funcionarios para coordinar mejoras al terreno.
El gesto era de colaboración.
La respuesta, según la comunidad, fue de confrontación.

El día en que la reunión se volvió disturbio
El comunicado de Tactabamba relata que Jaiel Rivera habría llegado acompañado no solo de su gerente, sino de 38 personas aproximadamente movilizadas en tres camionetas. Lo que debía ser una reunión de coordinación derivó en gritos, insultos y empujones.
La agente municipal, según el documento, habría sido agredida por la esposa del subprefecto y otra funcionaria municipal, quienes incluso le habrían arrebatado el celular con el que registraba los hechos.
“Después de invitar mediante oficio, nadie puede actuar negativamente. Le faltó inteligencia”, señala el pronunciamiento, con la crudeza de quien ya perdió la paciencia.
Ante el caos, el presidente comunal Zenín Ariza Alarcón decidió suspender la reunión “para salvaguardar la integridad física y psicológica de los comuneros”.
La comunidad, entonces, acordó tres puntos esenciales:
- Negar y no autorizar el uso del campo deportivo comunal a la Municipalidad Distrital de Rapayán o a cualquier entidad que actúe en su representación para la realización de la Copa Juan Huarín, hasta que se resuelva la situación de agresión y se restablezca el respeto mutuo.
- Reiterar que la decisión se fundamenta en la conducta hostil y agresiva mostrada por el alcalde y su comitiva, lo cual pone en riesgo la seguridad de los comuneros y la integridad de los bienes comunales.
- Hacer responsable a la Municipalidad de Rapayán por cualquier acción que contravenga el pronunciamiento e intente usar el campo sin autorización expresa.


La versión del alcalde
En entrevista con Kaleta La Revista, el alcalde Jaiel Rivera Alarcón negó toda agresión.
Lo hizo en un tono más pastoral que político.
“Es totalmente falso, es totalmente mentira”, insistió. “Yo siempre voy a tener un corazón abierto, sin rencor ni maldad. Al árbol que da frutos, todos le tiran piedras”, dijo, apelando a una retórica bíblica que ya es marca registrada entre ciertos alcaldes del interior.
Según Rivera, no fue la comunidad la que protestó, sino “un grupito” de ciudadanos con “malas intenciones políticas”.
Dijo además que el campo deportivo pertenece a la municipalidad, no a la comunidad, porque fue construido con fondos públicos y “no existe acta de transferencia” hacia Tactabamba.
“¿Con qué ley ellos se respaldan?”, se preguntó desafiante.

El poder que se eterniza
Fuentes locales señalan que Rivera Alarcón estaría buscando una candidatura al Consejo Regional de Áncash por Somos Perú, lo que explicaría su reciente hiperactividad política y su interés en mantener protagonismo a toda costa.
En Rapayán, la percepción es otra: un alcalde que gobierna desde la soberbia y que ha perdido contacto con sus comunidades.
En tres años de gestión, la transparencia brilla por su ausencia.
La Ley N.º 31433, que modifica la Ley Orgánica de Municipalidades, obliga a los gobiernos locales a realizar dos audiencias públicas de rendición de cuentas al año (en mayo y septiembre). En teoría, la municipalidad de Rapayán debería haber realizado al menos seis.
En la práctica, lo que hay son convocatorias mínimas, sin difusión ni transmisión pública.
En el Facebook oficial del municipio, abundan transmisiones de fiestas patronales, aniversarios y ceremonias protocolares.
Pero no hay ni rastro de las audiencias públicas.
La última —anunciada con un simple flyer— se realizó el 30 de septiembre, en el local comunal de San Roque. No hubo transmisión, ni informe público, ni rendición real de cuentas.
La transparencia, parece, no entra en la agenda del alcalde.

Una copa que une… y hoy divide
La Copa Juan Huarín 2025 dará inicio el 23 de octubre y contará con la participación de los 16 distritos de la provincia de Huari, en una competencia que trasciende lo deportivo.
Este torneo es tradición, identidad y orgullo.
Durante décadas, ha sido el espacio donde los pueblos se reencuentran, se reconocen y celebran juntos su pertenencia a una misma provincia.
Por eso, lo que hoy ocurre en Rapayán no es un simple desacuerdo.
Es una herida abierta en el corazón de la confraternidad huarina.
La Copa debería unir, no dividir.
Pero cuando el poder se impone sobre el respeto, hasta el fútbol —ese lenguaje común de los pueblos— puede convertirse en campo de batalla.onvertirse en campo de batalla.
